Autoevaluación

“La vida es un constante aprendizaje, y tú eres el estudiante principal de tu propia historia.”

Autoevaluación 2023

Mi camino como artista comenzó desde muy joven, tenía tan solo trece años. Mi madre me invitó una tarde a ver una función de circo. Estaba muy emocionado por lo que podría pasar en ese lugar. Lo que vi esa tarde me marcó para toda la vida. Recuerdo que cuando salí de allí, mi vida dio un giro de 180º; me di cuenta de que quería ser uno de ellos, quería ser un artista.

A lo largo de mi infancia, descubrí que tenía un particular gusto por el dibujo y la escultura. Además, tenía un gusto oculto por la danza. Me encantaba participar en las coreografías del colegio y jugar Just Dance con mi mejor amigo del barrio. Cuando cursaba el último año del colegio, tomé una de las decisiones más trascendentales de mi vida: estudiar Artes Escénicas en la Pontificia Universidad Javeriana, con tan solo dieciséis años y sin saber lo que pasaría.

Mi ciclo básico en la universidad estuvo cargado de muchas experiencias que me dieron la oportunidad de expandir mi visión del arte en ese momento. Es oportuno recordar mis clases de danza, donde la maestra Isabel Lorena Story Machado me guió por el camino de la conciencia corporal a través de los pilates y algunas secuencias de movimiento que me ayudaron a conectarme con mi yo-artista. Además, aprendí sobre anatomía para el bailarín, me gustaba la idea de saber qué se movía en mi cuerpo físicamente.

De igual manera, la maestra Romina Adriana Guarisma Aguilar, una maestra excelente a la hora de dar sus clases, nunca olvidaré las enseñanzas sobre nuestro piso pélvico y lo importante que es para nosotros, como artistas escénicos. Estaba continuamente fomentándonos hacer preguntas todo el tiempo, siempre con su carácter particular nos enfatizó el papel de la danza en la sociedad y la transformación social. Fue en ese momento de mi carrera que supe que la danza iba más allá de un simple movimiento, se convirtió en una forma de estar en el mundo.

Uno de mis primeros desafíos fue entender mi cuerpo en las Artes Escénicas. Soy una persona de contextura delgada y mido 1.95m, de modo que, desde un principio, la danza y la actuación se convirtieron en lugares donde la frustración me atacaba constantemente. Me sentía muy inseguro a la hora de mostrar mis ideas en el escenario, pues no sabía cómo manejar mi cuerpo de la manera correcta.

El proceso que llevé durante ese primer año causó cambios radicales en mi cuerpo. Es impresionante cómo las clases de ballet, los pilates, los intros a la danza contemporánea y muchos ejercicios con theraband hicieron que mi cuerpo se empezara a adaptar a la danza. Así mismo, mi voz, la improvisación, el manejo del texto y la focalización en la acción dramática fueron herramientas que me marcaron en mi proceso como actor.

Uno de mis primeros aprendizajes en las clases de actuación fue ver la vida como un gran juego, en donde el juego es tan real que lo volvemos nuestro, por ello, como artistas tenemos que jugar en cada momento de la creación, viviendo al máximo cada acontecimiento y enfocándonos en el ahora como lo más importante.

Una de las reflexiones que mi maestra Ana María Sánchez Betancur nos puso fue una tarea inusual: observar detenidamente la ciudad durante dos horas continuas. Lo importante de este ejercicio era analizar los comportamientos que sucedían a nuestro alrededor, todo el tiempo, en la calle. Al hacer esto teníamos que describir aquellas cosas que encontráramos particulares de nuestro entorno: peleas, gritos, palabras repetitivas, momentos icónicos. Todo suceso que nos pareciera relevante. Esta tarea me dio la oportunidad de usar mi primera herramienta para la creación escénica: “Sé tú mismo, tu entorno te habla. La veracidad del mundo actoral nace a partir del estar presente a todo lo que te rodea”.

Algo que no entendía muy bien en ese momento eran las clases de Somática. Fue muy difícil para mí comprender el concepto de la somática, dada su amplitud. José Alejandro Convers Elías y Emilsen Rincón Vargas fueron mis primeros maestros en este pilar fundamental de la carrera.

Por otro lado, fue emocionante encontrar el mundo del yoga. Me pareció increíble cómo esta práctica moldeó mi físico y mi espíritu en mi camino como artista escénico. De igual manera, estos primeros dos semestres me dieron la oportunidad de ver la somática como una puerta a algo a lo cual nunca en mi vida había entrado.

Son innumerables los momentos de aprendizaje que viví en mi ciclo básico en la carrera de Artes Escénicas en la Javeriana. Gracias a ese primer año, logré entender que los procesos en la vida no son fáciles, son incómodos, frustrantes, traicioneros y confusos. La vida se trata de saber solventar estas dificultades y empezar a trabajar a partir de lo que no podemos controlar del todo.

Ya en el ciclo profesional me adentré en varios lenguajes artísticos a partir de las necesidades creativas que tenía en ese momento. El teatro gestual, el análisis de la acción dramática, la visión somática, la danza contemporánea, el circo, la exploración audiovisual y la producción escénica, fueron algunos detonantes creativos que me llevaron a ser el artista que soy hoy en día.

En mi tercer semestre vi Puesta en Escena de Cuerpos y Nuevos Medios, dictada por la maestra Eloísa Jaramillo Arango. Ella me introdujo a la oportunidad de ver mi entorno con las “Gafas del Performance”, desde las cuales mi cotidianidad en su totalidad podía ser un campo de estudio. Este momento me hizo reflexionar y crecer en torno a mis cuestionamientos personales acerca de mi actuar y de los acontecimientos que me rodeaban a diario.

Este mismo semestre tuve la oportunidad de presentar mi primer ensamble de carrera junto a la maestra Brunilda Del Socorro Zapata Monsalve con quien realizamos “La siempre viva” de Miguel Torres. Historia de Lucía, una madre, quien pierde a su hija Julieta, desaparecida por lo sucedido en la toma del Palacio de Justicia en la Candelaria, un barrio icónico en la capital colombiana. Esta experiencia me dio la posibilidad de encarnar a Sergio, un personaje increíble por su forma de mostrarse al mundo y sus cualidades conductuales. Esta obra reafirmó mi pasión por la actuación. Recuerdo lo nervioso que sentía detrás de aquel telón antes de entrar, dicha sensación me hizo pensar que estaba más vivo que nunca. Además, esta historia me hizo reflexionar sobre cómo el teatro político cambia el pensamiento de la sociedad. Concluí que como artista escénico puede que no cambie el mundo, pero puedo cambiar mi mundo.

En cuarto semestre vi clases con el maestro Leonardo Martínez Chávez, quien dictaba Técnica Básica de Teatro Gestual. Esta técnica se presentó para mí como un entendimiento del teatro más allá de la palabra. Recuerdo que en las clases no se hablaba con palabras, se hablaba con el cuerpo, así, retomo las palabras “nada sobra”. Una de las características de esta técnica es que es muy limpia en los movimientos, la repetición en el ensayo es la clave para pulir la partitura. Además, trata la idea de que “todo comunica”, ya sea un movimiento leve de dedos o un giro de cabeza, todo nos transmite algo. De igual forma, me llevé de esta clase la conclusión de que el cuerpo ya entrenado es capaz de moldearse a los cuerpos de otros ejecutantes y explorar las diferentes maneras de comunicar una idea a través del cuerpo. Estas exploraciones pueden ser un juego de pesos, apoyos, dimensiones de espacio, formas de conectar muscularmente. Todo lo que nos permite conocer nuestro cuerpo y el de los demás.

Así mismo, este semestre inscribí Técnica Básica de Improvisación con los maestros David Alfonso Moncada Varela y Juan Felipe Ortiz Ochoa. Esta clase reveló un aprendizaje clave que me marcaría en adelante en mi proceso como artista. En la clase hablábamos mucho sobre el error en escena, llegando a conclusiones como que el error siempre es una oportunidad para potenciar el acto de improvisar, siempre los tropiezos o las dificultades, tanto dentro como fuera de la escena, se deben ver con buenos ojos, porque sin estos “errores” no existiría el aprendizaje. De igual manera, en esta clase logré entender el poder de la acción dramática, pues esta me permitía conectarme en las improvisaciones en grupo y darme cuenta de cómo puede ser un conector para la escucha entre mis compañeros de escena.

Por otro lado, la clase de improvisación fue un reto muy grande, porque me sentía muy excluido en muchas ocasiones por mis intervenciones en la clase. Esto generó en mí una inseguridad muy fuerte a la hora de improvisar en escena y también hizo nacer una pregunta crucial a la hora de hablar de improvisación y es ¿qué busco al improvisar? Esta pregunta me hizo entender que no siempre tengo que estar como el centro de atención en la escena, sino que tengo que trabajar de la mano de mis colegas artistas para que todo salga como tiene que salir, sin importar lo que pase.

Me di cuenta de que tenía una inseguridad que partía de mi ego, había un bloqueo creativo que me impedía ser más sencillo en la escena. Siempre pensé que tenía que hacer grandes cosas para que la gente las viera. Pero en las Artes Escénicas no se habla del yo, se habla del nosotros, porque esta es una carrera que se ejerce con los demás. Qué duro golpe para el ego.

En este punto de la carrera, estaba trabajando y estudiando, fue así como aprendí a sobrellevar la carga de la universidad y mi trabajo como bartender en la Zona Rosa de Bogotá. Fue difícil al principio poder acomodar mis tiempos de estudio y trabajo. Sin embargo, esto me ayudó a organizar mejor mi tiempo y empezar a priorizarlo.

En mi quinto semestre entré a Técnica básica de Circo dictada por la maestra Catalina Del Castillo Silva. Fue un reto entrar a esta clase porque tenía mucho miedo en torno a poder lograr mis objetivos. El aprendizaje físico a la hora de hacer acrobacias con el cuerpo me dio la posibilidad de vencer mis miedos más profundos y profundizar la somatización del mismo con respecto a la prevención de lesiones por los esfuerzos musculares que predominan a la hora de entrenar un cuerpo circense.

En mi sexto semestre de estudios, profundicé en muchas de las preguntas relacionadas con la somática que había explorado en semestres anteriores. Tomé dos materias clave: “Puesta en Escena de Visión Somática” con la maestra Catalina Del Castillo Silva y “Puesta en Escena de Vanguardias y Teatralidad” con la maestra Elena Steremberg Carvajal. Estas dos materias me mostraron diferentes caminos que podía explorar en mi desarrollo como artista.

En las clases con la maestra Catalina Del Castillo Silva, exploramos el papel de la somática en el arte. Tomamos como referencia a Thomas Hanna, un maestro en filosofía y profesor de somática, quien nos introdujo a una nueva forma de ver el mundo desde la perspectiva de cada individuo. Esto me recordó las enseñanzas de la maestra Eloísa Jaramillo Arango, quien nos instaba a ver el arte en nuestra vida cotidiana, ya que las Artes Escénicas ofrecen una visión filosófica de la vida y la realidad.

Por otro lado, la clase “Puesta en Escena de Vanguardias y Teatralidad” con la maestra Elena Steremberg Carvajal fue reveladora. Comencé a plantearme preguntas fundamentales: “¿Es el espectáculo simplemente entretenimiento? ¿Cómo debo abordar la puesta en escena? ¿Qué relación tiene la teatralidad conmigo?”. Estas interrogantes despertaron en mí un interés en la antropología teatral y las profundas discusiones sobre el trabajo escénico. Comencé a interesarme en la crítica relacionada con las Artes Escénicas, buscando detalles, los propósitos de una obra, la acción dramática, la atmósfera, la presencia de los intérpretes, sus voces y la exploración constante de las posibilidades que se abren en el mundo de las Artes Escénicas.

Paralelamente, la clase de Laboratorio de Dramaturgia con el maestro Humberto Canessa Ulloa fortaleció mi interés en analizar el espacio vacío. En esta clase, retomamos conceptos como el acto creativo, el silencio, el espacio, el objeto, el tiempo, la intención y la urgencia para crear partituras, siendo nosotros el centro de creación en ese momento. Además, esta experiencia me ayudó a verme como un bailarín de danza contemporánea y a desarrollar un profundo aprecio por esta técnica, ya que empecé a ver mi cuerpo como un lápiz que dibuja sobre el lienzo en blanco de la escena.

En mi séptimo semestre, me inscribí en el “Laboratorio de Laban Análisis” con la maestra Catherine Jane Busk. En esta materia, adquirí una comprensión teórica del análisis del movimiento de Laban, que se basa en la suma de los esfuerzos, la forma, el cuerpo y el espacio. Aprendí a categorizar el lenguaje del movimiento y a explorar nuevas dimensiones de análisis y creación. Estas cuatro características siempre están presentes en el movimiento escénico, y ahora, cuando asisto a una actuación, veo el movimiento en escena desde una perspectiva más enriquecedora.

Este nuevo conjunto de herramientas escénicas también me ayudó a describir mi propio movimiento y el de otros en relación con mis investigaciones en danza. Mi enfoque cambió hacia una mayor conciencia corporal, y mis investigaciones comenzaron a tener una base más sólida gracias a los conocimientos adquiridos en este laboratorio.

En este momento de mi carrera, Colombia estaba experimentando un importante paro nacional, y mi empatía hacia las decisiones políticas de mi país me llevó a participar activamente en el movimiento. En mi clase de Laban Análisis, decidimos apoyar el paro de una manera especial, participando en las marchas de forma pacífica y expresándonos a través del movimiento, utilizando lo que habíamos aprendido en clase. Fue un momento hermoso y significativo en el que me di cuenta de que, aunque no podría cambiar el país por completo, podía dejar una huella desde las Artes Escénicas.

En ese mismo semestre, me inscribí en el “Laboratorio para la Exploración Audiovisual” con el maestro David Moncada. Aunque al principio sabía poco sobre producción audiovisual, esta clase despertó mi curiosidad por el mundo audiovisual en las Artes Escénicas. Comencé a ver cómo el lenguaje cinematográfico podía ser una herramienta para mis proyectos personales. Empecé a experimentar con la grabación de momentos cotidianos y a crear guiones basados en conversaciones grabadas, lo que me permitió explorar la escritura de guiones cinematográficos.

Estas herramientas audiovisuales me han permitido continuar explorando mi lenguaje creativo. Ahora, cuando grabo, lo hago con una perspectiva innovadora y compongo momentos que guardo para futuros proyectos. También he desarrollado el hábito de grabar conversaciones cotidianas para crear guiones cinematográficos.

Estas herramientas me ayudan a ver mi entorno como un laboratorio constante de exploración audiovisual, en el que las lentes del performance me acompañan en todo momento. Esto me lleva a nuevas reflexiones sobre mi vida y mi realidad.

En mi penúltimo semestre, me di cuenta de que mi tiempo como estudiante estaba llegando a su fin, lo que generó cierta inseguridad sobre mi futuro. Sin embargo, recordé una lección clave de mi carrera: “deja de preocuparte por el futuro y comienza a vivir el presente”. En este semestre, tomé “Ensamble de Iluminación” con la maestra Claudia María Tobón Puerta. Fue una experiencia enriquecedora que me hizo apreciar el trabajo creativo en iluminación. Comencé a comprender cómo la iluminación puede apoyar la narrativa en una producción escénica y desarrollé una mayor conciencia sobre el trabajo de los iluminadores en diferentes ámbitos artísticos.

También inscribí “Teoría del Objeto” con la maestra Sandra Patricia Gutiérrez Villate, una materia electiva de la Facultad de Diseño Industrial. Aunque inicialmente pensé que se alejaría de las Artes Escénicas, descubrí que estaba relacionada con ellas de manera sorprendente. Aprendí a ver los objetos desde una perspectiva creativa, entendiendo cómo la función conduce a la forma, un concepto que también habíamos explorado en mis clases de danza.

Fue gratificante ver el arte desde otras perspectivas, y me recordó que el arte está presente en todos los aspectos de la vida. Este enfoque me motiva a seguir aprendiendo del mundo que me rodea.

En mi último semestre, reflexioné sobre todos los momentos que viví a lo largo de mi carrera y noté un crecimiento significativo en mi confianza al mostrarme como artista. En este semestre, me enfoqué mucho en la danza y tomé varias materias relacionadas con ella. Tomé “Técnica Básica Introducción a La Danza Contemporánea” con los maestros Leonardo Girón Torres y Hilse Josefina León Blanco. En esta clase, perfeccioné mi técnica y me enfoqué en la conexión entre mi cabeza y mi coxis, lo que me permitió tener una mayor conciencia de mi espalda al realizar secuencias de movimiento.

También cursé el “Laboratorio de Danza Improvisación” con la maestra Olga Lucía Cruz Montoya. Esta clase me enseñó a soltarme en la danza contemporánea y a explorar nuevas formas de escuchar y responder a mi cuerpo, el espacio, el tiempo y la música. Aprendí que el silencio también puede ser una herramienta poderosa en la improvisación.

Por último, me inscribí en el “Laboratorio de Composición Coreográfica” con el maestro Humberto Canessa Ulloa, una materia que considero uno de los mayores hallazgos de mi carrera. En esta clase, reflexionamos sobre la creatividad y cómo podemos darle vida en nuestras vidas. El maestro Canessa Ulloa me transmitió una lección valiosa: “La danza no consiste en cuerpos perfectos moviéndose de manera perfecta. La danza es una forma en la que el cuerpo nos habla directamente”. A partir de esta enseñanza, mi movimiento adquirió una claridad y expresión renovadas.

El maestro Humberto Canessa Ulloa ocupa un lugar fundamental en mi desarrollo como bailarín. Gran parte de mi conocimiento actual en el campo de la danza se debe a las experiencias que compartí a su lado durante mi trayecto como estudiante. Considero que él es un destacado referente en mi camino artístico, y su influencia ha sido crucial para mi crecimiento.

Uno de los momentos clave que compartí con él fue cuando me miró directamente a los ojos y compartió una perspectiva que transformó mi comprensión de la danza. Me dijo: “La danza no se trata de cuerpos perfectos moviéndose de manera perfecta. La danza es una forma mediante la cual el cuerpo se comunica de manera directa”. Estas palabras tuvieron un impacto profundo en mí y marcaron un cambio significativo en mi enfoque hacia el movimiento.

A partir de ese instante, mi forma de moverme en el escenario comenzó a comunicar de manera más clara y auténtica con el espacio que me rodeaba. Empecé a establecer nuevas conexiones físicas, explorando desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies. Esto me permitió generar reflexiones somáticas más profundas y enriquecedoras.

Mi carrera en Artes Escénicas me llevó a descubrir y desarrollar una pasión por estar en escena. A través de esta experiencia, llegué a comprender que ser un artista no es una tarea sencilla. Requiere un constante ejercicio de autoanálisis y autoexploración. Debemos cuestionarnos quiénes somos y qué estamos dispuestos a compartir con el mundo a través de nuestra expresión artística.

La carrera de Artes Escénicas en la Pontificia Universidad Javeriana me brindó la oportunidad de sumergirme en el mundo de las artes de una manera profunda y significativa. En la actualidad, mi perspectiva del arte escénico se basa en la empatía, el amor, la fantasía y el juego. El arte ha sido una fuerza transformadora en mi vida y ha cambiado mi forma de ver el mundo.